¡La lucha contra Senhuile continúa!

El 18 de octubre de 2019, varios miembros de GRAIN y ENDA Pronat visitaron a los líderes del Colectivo por la defensa de las tierras de Ndiaël, en el municipio de Ngnith, al norte de Senegal. Estuvieron presente líderes de treinta de los treinta y ocho poblados que pertenecen al colectivo, y que representan a unas 10 mil personas. Estas comunidades son campesinas: pastores y agricultores con profundas raíces en estas tierras. Crían cabras, ganado vacuno, caballos, ovejas y burros. Cultivan batata, arroz, sandías, tomates cebollas y papas. La tierra es árida, con vegetación y lluvias escasas, pero saben bien cómo manejarla. Estaban felices de recibirnos —y ver que no les habíamos olvidado.

Durante los últimos siete años, estas comunidades han vivido en una crisis. En marzo de 2011, las autoridades locales firmaron un protocolo en el que se entregaron 20 mil hectáreas de tierra en concesión a Senhuile SA, una compañía que en ese momento afirmó que la usaría para producir biocombustibles para exportar. La tierra estaba originalmente ubicada en el área de Fanaye, al este de Ngnith, en el departamento de Podor. Sin embargo, las comunidades de esta zona no fueron consultadas y no aceptaron el proyecto. Una y otra vez se levantaron en protesta demandando que les devolvieran sus tierras. Un día a fines de octubre de 2011 estalló la violencia, lo que ocasionó la muerte de dos personas y que varias otras quedaran heridas de gravedad. El país se conmocionó y se suspendió el proyecto. Meses más tarde, fue ubicado en la región de Ndiaël, justo antes de que Macky Sall asumiera el poder. En agosto de 2012, Macky Sall confirmó, vía decreto presidencial, que el proyecto seguiría adelante.

Cuando el proyecto fue transferido llegaron nuevos inversionistas, incluido el grupo italiano Tampieri Financial Group. El gobierno senegalés hizo públicas 20 mil hectáreas de tierra de una reserva natural en las inmediaciones de Ngnith y se las entregó a la compañía. De 2012 a 2017, los inversionistas prometieron todo tipo de cosas —dijeron que cultivarían arroz para alimentar al país, semillas de maní para cubrir el devastador déficit de Senegal (los chinos, se decía, habían comprado la reserva del país) o maíz para alimentar al ganado, la principal actividad de la vida rural senegalesa. Alardearon que construirían escuelas y clínicas de salud, y que recibirían a los habitantes aledaños en la Hajj (la peregrinación a la Mecca). De todo esto, muy poco ocurrió, excepto la especulación, problemas financieros graves, demandas legales entre los socios de la empresa, embargos realizados por las autoridades aduaneras de maquinaria importada ilegalmente, incluso cárcel para el director.

En 2017, los italianos se retiraron y no dejaron nada.

Hoy, las comunidades de Ndiaël que lucharon contra Senhuile desde que ésta llegó, siguen ahí. Para ellas, nada ha cambiado. Las 20 mil hectáreas están fuera de su alcance, aun cuando vivan ahí. No tienen acceso, ni libertad, ni medios para gestionar su sustento. Viven en una prisión al aire libre.

Según su relato, desde que llegaron los inversionistas realmente nunca se hizo nada; simplemente especularon con sus tierras. Saben que la compañía tuvo una pérdida de 150 millones de euros —una suma imposible de medir o imaginar para la gente que cría ganado en pequeña escala. Y aunque la compañía se retiró, Senhuile continúa causándoles daño. Su ganado no puede pastorear o tomar agua debido al alambre de púa que los italianos dejaron abandonado. Está por todas partes en los campos, semienterrado en los suelos arenosos —inmovilizado, como una amenaza permanente. Los canales de riego abiertos son otro peligro constante. A menudo los animales caen en éstos y mueren, como también les sucedió a varios niños algunos años atrás. Después de tumbar tantos árboles, la compañía dejó un desierto, donde el pastoreo ha llegado a ser casi imposible debido al viento que colma con sedimentos las pozas de agua.

Las comunidades necesitan acceder a la tierra, para el cultivo y el pastoreo. Necesitan acceso al agua para riego. En 2017, el gobernador regional de Saint Louis les aseguró que demarcaría 10 mil hectáreas y se las asignaría mediante un decreto especial. Pero nada de esto se ha materializado.

Existen informes acerca de que “Les Fermes de Téranga”, el nombre de la nueva compañía que se hizo cargo de Senhuile y ocupa sus oficinas, sería otra fachada para nuevos engaños financieros. (Los guardias de seguridad no nos permitieron tomar fotos, así que nos colamos por un costado.) (Photo: GRAIN)

Actualmente, hay informes de que Les Fermes de la Téranga, el nombre de la nueva compañía que se hizo cargo de Senhuile y se estableció en sus oficinas principales, sería la fachada para un nuevo engaño financiero. De acuerdo al periodista de investigación Baba Aïdara, la compañía ha servido como vehículo para transferir dinero desde Frank Timis, un empresario rumano, hacia Aliou Sall, el hermano del Presidente Macky Sall. Este detalle se conoció poco despqués del explosivo reportaje de la BBC que acusó a Aliou Sall de recibir fondos de parte de Timis, a cambio de favores del Estado: derechos de explotación de crudo y gas, que ahora fueron vendidos a BP por un pago de 10 mil millones de dólares.

Las comunidades de Ngnith sienten que no pueden reparar lo que ya fue destruido. “Desde que llegó Senhuile no hemos experimentado sino miseria”, afirman. En algún momento, los encargados de la responsabilidad social corporativa de Senhuile trataron de convencerles de hacer las paces con la compañía y beneficiarse de las inversiones sociales prometidas. Ahora están felices de no haberse dejado engañar.

Las familias del colectivo de Ndiaël y sus líderes siguen luchando contra la compañía. “El león está dormido, pero no está muerto,” como dicen. Quieren que el Estado cancele la concesión de 20 mil hectáreas y se las devuelva. También exigen reparaciones por los daños sufridos a lo largo de los años —pérdida de vidas y sustento, tierra y animales —y tienen pensado recurrir a las cortes judiciales para este fin.

Para nosotros, la visita fue una revelación. Nos sorprendimos de que nada hubiera cambiado, pese a que el proyecto fracasó y la compañía se marchó. Esto es criminal. Las comunidades están atrapadas en una situación de extrema injusticia, perpetrada tanto por el Estado como por los inversionistas, que vinieron y se marcharon. Necesitan que la sociedad civil las apoye para salir de esta situación y recuperar sus tierras, ¡y lo necesitan ya!

Miembros del colectivo de defensores de la tierra de Ndiaël. (Photo: GRAIN)

La serie completa de fotos: https://photos.app.goo.gl/u2jjT32pC3VFcRgR8

Para mayor información, por favor contactar a Ardo Sow de Enda Pronat en Dakar: juniorsow@yahoo.fr, +221776286798.

Original source: GRAIN

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